Los gobernantes prehispánicos considerados –según la creencia de ese tiempo- una extensión de los dioses en la Tierra, conjuntaron en su persona el poder económico, militar e ideológico en Mesoamérica.

Crearon una organización política bien estructurada y por medio de ella conducían al vulgo según sus intereses. Con el mismo fin, su relación con la divinidad tenía que ser renovada constantemente ante los ojos del pueblo, pues el prestigio y dominio que conquistaron dependían de ese vínculo. Para ello, los sueños utilizaron la sabiduría de médicos y sacerdotes, ya que eran conscientes de la supremacía que el Estado obtenía al monopolizar el conocimiento.

Lo anterior se hace evidente en los códices: en sus registros advertimos genealogías de nobleza dirigente proeza de conquistadores, sometimiento de pueblos enteros y la cantidad de tributos obtenidos después de una guerra. De igual manera en esos documentos es posible señalar mitos, ritos y relatos históricos.